EL CARÁCTER DE LA ADMINISTRACIÓN ES SER CIENCIA SER TÉCNICA O SER ARTE
Muchas divergencias ha originado la determinación del carácter
que desempeña la administración dentro del conocimiento humano. Es decir, si
ésta debe ser considerada ciencia, técnica o arte.
Existen tantas opiniones al respecto como tratadistas en la
materia, y aun no hay un criterio
unificado.
Para evitar polémicas, se analizaran las características y
elementos que conforman una ciencia, una técnica y un arte; una vez terminado –este
análisis el estudiante con su criterio individual, determinara su carácter. (MÚNCH &
GARCIA MARTINEZ, 2005) pag.29
Elementos
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Ciencia
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Técnica
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Arte
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Definición
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Objeto
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Método
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Fundamento
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s
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Tabla 1. (MÚNCH & GARCÍA MARTINEZ, 2005) pag.30
SU CARÁCTER TÉCNICO
De lo expresado hasta aquí se
deduce que la Administración consiste fundamentalmente en “cómo lograr la máxima
eficiencia en la coordinación”. Debe ser, por lo tanto, un conjunto de reglas: es
pues una técnica o un arte.
Existen sin embargo dos opiniones
extremas entre las que se halla la posición que aquí adoptamos: la primera es
la que la considera como una ciencia; la segunda, la que pretende que es algo
meramente empírico, que solo se adquiere por la experiencia.
La Administración no es quizá ciencia
todavía.
A menudo se habla de la “Administración
científica”. Quienes le dan el carácter de ciencia, suelen hacerlo fundados en
el supuesto de que todo conocimiento sistematizado es una ciencia.
Pero, cualquiera que sea el
concepto epistemológico que sustentemos, en la práctica pueden señalarse estas
diferencias entre las ciencias y las técnicas.
- La ciencia tiene como objeto el valor “verdad”; en tanto que la técnica busca la realización del valor “utilidad”. Al científico le interesa saber “lo que es”, “sea útil, inútil, o hasta inconveniente”, sin pretender, en ningún caso, que sus reglas e instrumentos sean más o menos verdaderos que otros.
- De lo anterior deriva que la ciencia está formada por un conjunto de principios, o al menos se basa en ellos; la técnica se compone de un conjunto de reglas e instrumentos.
- Precisamente por lo antes asentado, lo que constituye una ciencia es de suyo inmutable, o por lo menos naturalmente estable, aun cuando varíen las circunstancias, y, consiguientemente, la aplicación de los principios; en cambio, las técnicas son esencialmente cambiantes, pues, tan pronto como se encuentra una técnica mejor para hacer algo, la anterior se abandona como inservible, total o parcialmente.
- Otra característica de diferenciación, consiste en que los principios que forman una ciencia “se descubren”, en tanto que las normas e instrumentos que constituyen una técnica “se crean”. Cuando un científico descubre un principio, o una verdad, jamás piensa en que él la creó: era una relación que ya existía, y su misión se limitó tan solo a encontrar esa ley; por el contrario, todo técnico tiene conciencia de que un nuevo método, un nuevo sistema, una nueva máquina, etc., fueron obra suya, su creación.
- De todo lo anterior resulta que la ciencia, en cuanto tal, es eminentemente teórica o especulativa, en tanto que la técnica tiene un carácter esencialmente práctico y de realización.
Lo anterior no impide que existan
ciencias especulativas y ciencias
practicas; estas últimas, en realidad
no son más que la deducción que de una ciencia especulativa se hace,
para formar una o varias técnicas fundadas en aquélla.
A la luz de lo anterior, creemos indiscutible
que la Administración no es una ciencia
especulativa; pero queda la duda de si es científica, esto es, si se funda
en una ciencia teórica.
En nuestra opinión, las reglas y
los instrumentos administrativos, ciertamente se fundan en principios como los
de la especialización, de la unidad del mando, del objetivo, de la coordinación,
etc. Pero tales principios, al menos los que hasta hoy la forman, son de índole
sociológica, psicológica, económica, jurídica, etc.: la Administración no hace sino deducir de ellos las reglas y los
instrumentos que la constituyen. Es, por tanto, científica en su base, aunque
en su naturaleza sea una técnica.
Sin embargo, como ocurre con
otras muchas disciplinas en el mundo de la moderna epistemológica, en que día a
día están surgiendo nuevas ciencias que se desgajan de otras con las que
estaban confundidas, y se constituyen en unidades autónomas, ciertos
principios, como el de la adecuación del hombre al puesto, el de la unidad de
mando, el de coordinación de intereses, etc., que anteriormente eran
indiscutibles propios de otras ciencias, se están agrupando y tomando unidad,
no solo por la unidad del fin para el que se usan, sino aun por su propia
naturaleza, alrededor de u campo especifico de la actividad humana:
consideramos por ello, que es indiscutible que esta naciendo la Administración,
aun como ciencia, o sea, como el conjunto de principios específicos de la coordinación.
Señalar el momento concreto de que esa ciencia engendrada, sea dada a luz, es difícil
de precisar; quizá ya pueda hablarse de una verdadera ciencia administrativa; quizá
estemos todavía a punto de que nazca.
Lo único que no puede admitirse
es que se le quiera llamar ciencia, por el solo hecho de poner en un orden más
o menos discutible unas cuantas reglas o principios.
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