Producto
1. Introducción
Siguiendo
con las diferentes áreas de actividad de marketing, vamos a entrar dentro de la
política del producto, pilar básico en el desarrollo de las diversas
estrategias a realizar por la empresa. Los productos y servicios se fabrican o
crean para obtener beneficios, satisfacer las necesidades de los consumidores y
dar respuestas válidas al mercado; por tanto, podemos decir que constituyen la
base de cualquier concepción de marketing.
El
desarrollo y lanzamiento de nuevos productos es una actividad empresarial llena
de riesgos e incertidumbre. Llevamos unos años observando cómo los ciclos de
vida de los productos se están acortando en una gran mayoría, ¿motivos?,
principalmente los cambios en la demanda y el aumento de la competencia.
Un
producto está compuesto principalmente por una serie de características físicas
e intangibles que satisfacen o intentan satisfacer las necesidades del
comprador y deben corresponder a la idea de utilidad que se espera de él,
aunque la tendencia actual viene marcada por el marketing de percepciones, que
hace preferir a los diferentes consumidores un producto más por sus valores
emocionales o externos que por la propia utilidad.
Así
pues, las peculiaridades de los diferentes productos ejercen un importante
influjo sobre la totalidad de la política de marketing; para llevarla a buen
término es necesario evaluar sistemáticamente las posibilidades del mercado, es
decir, determinar el contenido de las diferentes estrategias de los productos y
servicios, tanto de nuestra compañía como de la competencia, seleccionar y
analizar sus principales características, así como los precios fijados para su
comercialización, todo ello coordinado con la filosofía y estrategias de
marketing que considere la empresa.
2. Concepto de producto
Cuando
una persona acude a un establecimiento para efectuar una compra como, por
ejemplo, una cámara de vídeo, no sólo pide información sobre las
características técnicas y el precio, sino que además solicita una información
comparativa con otra serie de marcas, así como las ventajas y beneficios que le
pueden reportar, tanto para realizar una filmación como para su traslado
físico, y se informará seguramente sobre si en ese momento existe alguna oferta
o descuento en el precio.
Las
respuestas que el cliente reciba le proporcionarán una idea comparativa acerca
del producto que le ofrecen y del demandado por él que no se refiere
exclusivamente al tamaño, datos técnicos y precio, sino a un conjunto más
amplio de características que llamaremos atributos del producto.
Atendiendo
a este ejemplo, extrapolable a cualquier otro bien o servicio, podemos decir
que:
Un
producto es un conjunto de características y atributos tangibles (forma,
tamaño, color...) e intangibles (marca, imagen de empresa, servicio...) que el
comprador acepta, en principio, como algo que va a satisfacer sus necesidades.
Por tanto, en marketing un producto no existe hasta que no responda a una
necesidad, a un deseo. La tendencia actual es que la idea de servicio acompañe
cada vez más al producto, como medio de conseguir una mejor penetración en el
mercado y ser altamente competitivo. Hemos considerado oportuno detenernos
también aquí a considerar las posibles diferencias entre producto y servicio,
ya que los conceptos suelen ser confundidos y utilizados erróneamente como
indicábamos en el capítulo 1.
Para una
mejor comprensión podemos decir que la diferenciación está marcada
principalmente por la tangibilidad o no del bien. Los productos de consumo,
industriales... se pueden ver y tocar. Los servicios financieros, turísticos,
de ocio..., no. En cualquier caso, las diferentes teorías que se aplican al
producto son perfectamente utilizables en el servicio, de ahí que a partir de
ahora sólo utilicemos la palabra «producto».
3. Atributos de producto
Los productos son susceptibles de un análisis de
los atributos tangibles e intangibles que conforman lo que puede denominarse
como su personalidad.
Este análisis se efectúa a través de la evaluación
de una serie de factores que permiten realizar una disección del producto,
partiendo de los elementos centrales hasta los complementarios, para que a la
vista tanto de los nuestros como de los de la competencia, podamos elaborar la
estrategia del marketing que nos permita posicionar el producto en el mercado
de la forma más favorable. En cualquier caso, los diferentes factores que
incluimos a continuación nos tienen que servir únicamente como guión o
referencia, ya que dependiendo del producto que comercialicemos se estudiarán
otros atributos totalmente diferentes.
Los principales factores son:
·
Núcleo. Comprende aquellas propiedades
físicas, químicas y técnicas del producto, que lo hacen apto para determinadas
funciones y usos.
·
Calidad. Valoración de los elementos
que componen el núcleo, en razón de unos estándares que deben apreciar o medir
las cualidades y permiten ser comparativos con la competencia.
·
Precio. Valor último de adquisición.
Este atributo ha adquirido un fuerte protagonismo en la comercialización actual
de los productos y servicios.
·
Envase. Elemento de protección del que
está dotado el producto y que tiene, junto al diseño, un gran valor promocional
y de imagen.
·
Diseño, forma y tamaño. Permiten, en
mayor o menor grado, la identificación del producto o la empresa y,
generalmente, configuran la propia personalidad del mismo.
·
Marca, nombres y expresiones gráficas.
Facilitan la identificación del producto y permiten su recuerdo asociado a uno
u otro atributo. Hoy en día es uno de los principales activos de las empresas.
·
Servicio. Conjunto de valores añadidos
a un producto que nos permite poder marcar las diferencias respecto a los
demás; hoy en día es lo que más valora el mercado, de ahí su desarrollo a
través del denominado marketing de percepciones.
·
Imagen del producto. Opinión global que
se crea en la mente del consumidor según la información recibida, directa o
indirectamente, sobre el producto.
·
Imagen de la empresa. Opinión global
arraigada en la memoria del mercado que interviene positiva o negativamente en
los criterios y actitudes del consumidor hacia los productos. Una buena imagen
de empresa avala, en principio, a los productos de nueva creación; así como una
buena imagen de marca consolida a la empresa y al resto de los productos de la
misma.
Aunque afortunadamente la tendencia actual es
navegar en la misma corriente, la valoración que normalmente efectúa el
consumidor de un producto suele comenzar en la «imagen de empresa», yendo en
sentido descendente hasta el «núcleo» del mismo. El camino seguido en las
compañías, por contra, suele iniciarse en las propiedades físicas, químicas o
tecnológicas, ascendiendo, en la escala de atributos, hasta donde su mayor o
menor óptica de marketing los sitúe. De ahí se desprende la importancia que
tiene efectuar este tipo de disecciones o valoración de los atributos, ya que
permite apreciar la mayor o menor aproximación entre los valores atribuidos por
el cliente, por el mercado, y la importancia y asignación de recursos
concedidos a estos valores por la empresa.
4. Concepto de ciclo de vida del producto
Cada día nacen multitud de productos y servicios.
No obstante, pocos encuentran el secreto de la vida. Conocer la fase del ciclo
en la que se encuentra nuestro producto o servicio nos permitirá diseñar la
estrategia más eficaz para alargar su vida en un mercado cada vez más cambiante
y rápido. En principio tengo que decir que es un error dejar morir un producto
en el lineal, aunque según Nielsen son más de 300 los productos nuevos que se
incorporan a la semana. Hay que intentar innovar y alargar por tanto la vida de
los productos.
Sabemos que la importancia del producto en la
empresa ha llevado a ésta a tratar de sistematizar el comportamiento de las
ventas de los productos a través de su permanencia en el mercado. Unos
permanecen mucho tiempo y otros tienen una duración efímera. Aún más, ¿durante
todo el tiempo de permanencia, las ventas no sufren fluctuaciones? ¿La
problemática de precios, estrategias de publicidad, presión de la demanda y de
los competidores son siempre las mismas?, y también, ¿es similar para todos los
productos? La observación de las situaciones y fases por las que atraviesan los
productos en el mercado ha permitido deducir que éste recorre un camino que se
asemeja al de los seres vivos, como le ocurre a la propia empresa cuando se
renueva e innova.
No cabe duda de que al ser cierto este concepto, el
conocimiento de dónde nos encontramos y cuáles son las características de la
etapa que va a venir nos permitirá sacar importantes ventajas, si nos preparamos
a tiempo. El ciclo de vida del producto es un concepto aceptado hoy día por
casi todos, pero no siempre se utiliza y menos aún adecuadamente. Pensemos que,
como toda teoría de base experimental, puede tener excepciones, o mejor, no
adaptarse muy bien a ciertos productos. Se deduce, por tanto, que la aplicación
práctica del ciclo de vida del producto, a partir de las consideraciones
teóricas que se deduzcan, requerirá unos estudios particulares, adaptados al
tipo de mercado-producto de que se trate.
El descubrimiento del modelo de ciclo de vida del
producto se debe a Theodore Levitt, quien empleó el concepto por primera vez en
un artículo de 1965 publicado en la Harvard Bussines Review. Según
Levitt los productos, igual que los seres vivos, nacen, crecen, se desarrollan
y mueren, pero el mundo de la empresa hace que estos conceptos puedan quedarse
algo obsoletos ya que en la actualidad el ciclo de vida tiene una nueva etapa
vital para el desarrollo satisfactorio del producto, estamos hablando de la de
turbulencias. Por tanto, en el siglo XXI debemos hablar de cinco etapas:
·
Lanzamiento o introducción.
·
Turbulencias.
·
Crecimiento.
·
Madurez.
·
Declive.
GRÁFICO 1. CICLO DE VIDA DE UN PRODUCTO
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5. Fase de lanzamiento o introducción
En
definitiva, es la etapa donde queda fijada la concepción, definición y período
experimental del producto, los estudios dicen que cerca del 70 por 100 fracasan
en su lanzamiento al mercado. Se caracteriza por:
·
Bajo volumen de ventas.
·
Gran inversión técnica, comercial y de comunicación.
·
Gran esfuerzo para poner a punto los medios de fabricación.
·
Dificultades para introducir el producto en el mercado.
·
Escasa saturación de su mercado potencial.
·
Pocos ofertantes.
·
Dedicación especial del equipo de ventas.
En
resumen, esta fase se caracteriza por una rentabilidad negativa debido a los
grandes recursos que son precisos para fabricar, lanzar y perfeccionar el
producto, en comparación al volumen de ventas que se consigue.
5.1. INTERROGANTES Y ESTRATEGIAS EN ESTA ETAPA
Para que
toda la ilusión y esperanza que la empresa pone en el lanzamiento de un nuevo
producto tenga respuesta positiva, el profesional de marketing ha de realizar
un seguimiento puntual y exhaustivo de las siguientes cuestiones:
A) Producto
·
¿Sacamos el producto a nivel nacional o probamos en zonas piloto?
·
¿Responde el producto a las necesidades del mercado que se fijaron
en el estudio?
·
¿Debemos realizar modificaciones del producto inicial?
·
¿Tiene la calidad adecuada?
B) Precio y condiciones
·
El precio fijado de lanzamiento, ¿es aceptado por el cliente final
y el canal intermediario?
·
¿Considera este último las condiciones económicas válidas para
trabajar bien con el producto?
·
¿Hemos de incentivarlos durante la etapa inicial?
C) Canal de distribución
·
¿Se ha acertado con el canal elegido o debemos cambiar?
·
¿Debemos abrir el producto a otros canales?
D) Organización comercial
·
¿Creamos un equipo nuevo para su lanzamiento?
·
¿Ponemos a nuestros mejores vendedores?
·
¿Contratamos un task force para su lanzamiento?
·
¿Incentivamos al equipo para su introducción?
E) Campaña de comunicación
·
¿Está respondiendo la demanda potencial como esperábamos?
·
¿Elegimos bien los medios?
·
¿Existen otros medios fuera y que no hemos utilizado?
·
¿Cuántas campañas de promoción hemos de realizar?
·
¿Nos puede ayudar el marketing directo?
·
¿Cómo nos puede ayudar Internet?
6. Fase de turbulencias
La
experiencia profesional nos ha hecho comprender la importancia de esta etapa,
que a veces llega a pasar tan desapercibida por su carácter efímero en el
tiempo y la circunstancia de que algunos autores no la contemplan. ¿Pero qué
sucedió con los diferentes productos o servicios de las «punto com» que
afloraron en España y en el resto de los países?
Tuvieron
un brillante nacimiento, con importantes respaldos financieros, pero sus
resultados al año fueron negativos y su valor en Bolsa se desplomó, por lo que
se redujeron drásticamente plantillas y muchas «punto com» cerraron...
¿Significó esto que las empresas de Internet estaban condenadas al fracaso? No,
rotundamente no, pero al ser un producto nuevo no se supo gestionar y darle las
herramientas precisas para que pasara a la siguiente etapa con las mejores
garantías de éxito.
Ahí es
donde radica, el activo del auténtico marketing es ser consciente de que el
producto, como todo ser vivo, tiene un ciclo que hay que controlar y «medicar»,
cuando está en sus primeros meses.
Por tanto, podríamos enmarcar esta etapa como la que puede llegar
a producir fuertes convulsiones en la trayectoria del producto, tanto por las
presiones externas o del mercado como internas por la propia empresa en sus
luchas políticas y de personal. Lógicamente si se sabe tener dominio sobre las
circunstancias que las producen, la solución vendrá pronto y hará que inicie la
siguiente etapa fortalecida.
7. Fase de crecimiento
Superados
los esfuerzos técnicos, comerciales y de comunicación, propios de la fase
anterior, incluso de la de turbulencias, si hubiesen existido, el producto
puede fabricarse industrialmente y el mercado se abre, lo que permite un
desarrollo paulatino de sus ventas. Esta fase se caracteriza por:
·
Ascenso vertical de las ventas.
·
Se alcanzan elevados porcentajes en su mercado potencial.
·
Se va perfeccionando el proceso de fabricación.
·
Se realizan esfuerzos para aumentar la producción.
·
Empiezan a aparecer nuevos competidores en número creciente.
·
Posible aparición de dificultades de tesorería debido a la gran
expansión.
·
Costes de fabricación todavía altos.
·
Precio elevado.
En
resumen, esta fase se caracteriza por una rentabilidad positiva que debe
reinvertirse, en su totalidad, para financiar el crecimiento y los esfuerzos
técnicos, comerciales y de comunicación propios de la misma. Una empresa que
tenga la mayoría de sus productos en esta fase arrojará, en balance, altos beneficios,
pero, de forma incomprensible para el accionista, no pueden repartirse
dividendos, ya que el esfuerzo de financiación exigido es muy importante.
7.1. Interrogantes y estrategias en esta etapa
A) Producto
·
¿Podemos empezar a fabricar en series largas?
·
¿Empezamos un estudio de posibles modificaciones?
·
¿Han surgido problemas de calidad y fabricación de productos?
·
¿Tenemos muchas reclamaciones en el departamento posventa?
·
¿Es el momento de ampliar la gama?
·
¿Nos abrimos a nuevos mercados?
B) Precio y condiciones
·
¿Revisamos los precios de venta?
·
¿Qué precios tiene la competencia?
·
¿Fijamos una política de precios disuasorios?
·
¿Modificamos las condiciones a los canales intermediarios?
·
¿Incentivamos la exclusividad comercial de nuestros productos?
C) Canal de distribución
·
¿Abrimos nuevos canales?
·
¿Qué grado de aceptación tiene el producto por su calidad y
condiciones económicas?
·
¿Creamos un equipo de apoyo para los canales?
·
¿Qué resultado se obtiene de los estudios comparativos en los
diferentes canales?
·
¿Abandonamos alguno en beneficio de otros más rentables?
D) Organización comercial
·
¿Estamos cubriendo los objetivos marcados?
·
¿Debemos ampliar la red comercial?
·
¿Tenemos que buscar nuevos incentivos para el equipo comercial?
·
¿Cuál es el grado de integración de los vendedores con el
producto?
E) Campaña de comunicación
·
¿Estamos diferenciándonos de los mensajes de la competencia?
·
¿Hemos reforzado al máximo las campañas?
·
¿Estamos diseñando una política de creación de imagen de marca?
·
¿Estamos consiguiendo hacer marca?
8. Fase de madurez
Toda
política de lanzamiento de un producto tiene como objetivo llegar a esta etapa,
cuyas principales características son:
·
Las ventas siguen creciendo, pero a menor ritmo.
·
Las técnicas de fabricación están muy perfeccionadas.
·
Los costes de fabricación son menores.
·
Gran número de competidores.
·
Bajan los precios de venta; puede llegarse a la lucha de precios.
·
Gran esfuerzo comercial para diferenciar el producto.
En
resumen, la rentabilidad no es tan elevada como en la fase anterior, pero se
producen excedentes de tesorería (ya que no hay necesidad de grandes
inversiones), lo que permite el reparto de buenos dividendos, o invertir en
otros productos que se hallen en las primeras fases de vida.
8.1. Interrogantes y estrategias en esta etapa
A) Producto
·
¿Hemos realizado todas las ampliaciones posibles en la gama?
·
¿Qué modificaciones debemos realizar para permanecer más tiempo en
esta etapa?
·
¿Abandonamos la producción y dejamos la imagen de producto
estrella?
·
¿Encajará el producto en otros mercados?
·
¿Hemos obtenido conclusiones válidas en el estudio comparativo con
nuestra competencia?
B) Precio y condiciones
·
¿Hemos llegado a la optimización de los costes?
·
¿Hasta dónde podemos variar el precio?
·
¿Hacemos partícipe al canal de la bajada de los costes?
·
¿Realizamos una política de liderazgo, basándonos en una política
de precios agresiva?
·
¿Se sigue motivando para el lanzamiento del producto modificado?
C) Organización comercial
·
¿Reestructuramos el equipo de ventas?
·
¿Revisamos la política de incentivos?
·
¿Es el momento de crear un plan de incentivos en especies?
(viajes, coches, equipos varios, etc.).
D) Canal de distribución
·
¿Se están obteniendo todos los beneficios fijados para el canal?
·
¿Acepta el canal modificaciones en el producto?
E) Campaña de comunicación
·
¿Realizamos una campaña de mantenimiento o masificamos los
mensajes?
·
¿Basamos la estrategia de comunicación en beneficio de la imagen
de la empresa?
·
¿Se reducen las inversiones en comunicación?
·
¿Intensificamos las campañas de promoción?
9. Fase de declive
El paso
del tiempo, la evolución de los gustos y necesidades de los clientes nos
conducen a esta etapa. Sin embargo, no todas las empresas son conscientes de
que han llegado a ella. Por el contrario, hay compañías que antes de que un producto
se acerque a esta etapa lo retiran del mercado en plena madurez.
Según mi
experiencia, se puede decir que cuando un producto llega a esta fase, ha de
permanecer en ella el mínimo tiempo posible y siempre de forma transitoria pues
las ventas entran en declive, los beneficios disminuyen más por la escasa
demanda que por los costes y la imagen de marca empieza a deteriorarse. Todo
aquel que supere esta etapa es un gran profesional del marketing, ya que las
presiones a las que se ve sometido son inmensas y desde todas las áreas de la
empresa, incluso las del capital que, a veces, impiden abandonar o modificar el
producto que marcó el origen de lo que hoy en día es la empresa.
En
resumen, esta etapa se caracteriza porque la rentabilidad sigue descendiendo, aunque
habitualmente se producen excedentes de tesorería por la desinversión. Hay que
renovar o abandonar el producto.
10. Conclusiones del
estudio de las fases
Situar los productos en su fase es, sin duda, un
paso previo e indispensable para orientar la política de marketing de la
empresa. Así, por ejemplo, sería absurdo realizar un gran esfuerzo para reducir
el coste de un producto en fase de crecimiento, cuando en realidad los
esfuerzos deben encaminarse a activar y atraer hacia sí una demanda creciente.
Si bien este análisis tiene gran utilidad desde el punto de vista conceptual,
el principal inconveniente que surge al intentar su aplicación a un producto
concreto es la gran dificultad para situarlo en su correspondiente fase de
vida. Las razones se basan principalmente en:
·
El carácter interdisciplinario del
marketing.
·
La duración de las fases es muy
variable.
·
Es frecuente que los productos en sus
últimas etapas no sigan un camino descendente hacia el declive, sino que se
produzcan fluctuaciones debidas a innovaciones técnicas que se incorporan a los
mismos.
·
En algunos productos (principalmente
los de temporada) es muy rápido el proceso que va de la primera a la última
fase, de forma que un análisis anual de este tipo no tiene utilidad.
·
Internet a nivel conceptual debe pasar
por las mismas fases.
No obstante, a pesar de estas dificultades, las
informaciones que se obtienen de este análisis justifican, en la mayoría de los
casos, hacer un esfuerzo para intentar situar el producto en su respectiva fase
de vida.
11. Extensión del ciclo de
vida del producto
Cuando nos encontramos en la fase denominada
«declive» o al final de la de «madurez», nos vemos obligados a tomar una
alternativa para salir adelante de este crítico período de estabilización y
estancamiento. Se debe analizar si es más conveniente abandonar el producto o
lanzarlo nuevamente con una serie de modificaciones. Una vez que hemos optado
por esta última, denominada «política de extensión de vida del producto»,
potenciaremos entonces las ventas del mismo por diferentes caminos que serán
marcados por el responsable del departamento de marketing, a título de ejemplo
indicaremos los siguientes:
·
Fomentando un uso más frecuente entre
los actuales consumidores o usuarios del producto.
·
Desarrollando un uso más diverso entre
los actuales consumidores o usuarios del producto.
·
Creando nuevos usos para el material o
producto básico.
La extensión de la vida de un producto siguiendo
las pautas que acabamos de mencionar se observa en la mayoría de sectores y
productos, tanto industriales como en el sector consumo, principalmente en
alimentación o en algunos servicios (banca, seguros, juegos...). Obsérvese cómo
la banca está utilizando nuevos usos, nuevas modalidades de su servicio, y cómo
está tratando de crear nuevos consumidores del mismo. Varias son sus ventajas,
frente al ciclo de vida del producto, entre las que destacan las siguientes:
·
Conduce a una política activa del
producto, en lugar de seguir la técnica de reaccionar cuando el producto se
encuentra ya en pleno declive. De esta manera obliga a los responsables del
mismo a pensar, de antemano, las posibles medidas para extender su vida.
·
Obliga a establecer un plan a largo
plazo en previsión. Anticipará las medidas que se van a adoptar tan pronto como
se presenten los primeros síntomas de declive.
·
Quizá, la principal ventaja radica en
que obliga a los responsables del producto a tener un conocimiento más amplio y
profundo de la naturaleza y posibles usos y aplicaciones del mismo.
GRÁFICO 2. CICLO DE VIDA HIPOTÉTICO
![http://www.marketing-xxi.com/files-marketing/grafico2_2.gif](file:///C:/Users/Gerardo/AppData/Local/Temp/msohtmlclip1/01/clip_image002.gif)
12. Análisis de la cartera
de productos
Según vamos avanzando en el tiempo, la propia
dinámica del mercado nos impone sus directrices; es entonces cuando empezamos a
ver ciertos síntomas de obsolescencia en algunos de nuestros productos, bien
por cambios en las modas, avances tecnológicos, mejoras en los productos de la
competencia, modificaciones en los materiales o, sencillamente, por
desaparecer, en parte, la necesidad por la que se habían creado. Todo ello
lleva a la aparición en el mercado de nuevos productos que satisfacen mejor o
de manera diferente las necesidades que hasta el momento realizaban los
nuestros.
La gran mayoría de las empresas sin óptica de
marketing realizan esta labor únicamente cuando se empiezan a producir importantes
pérdidas económicas o acumulaciones de stocks en sus
almacenes. Realmente una compañía que desee ser competitiva no puede permitirse
esos lujos o fallos en su planificación, por lo que deberá realizar estudios
permanentes de la rentabilidad y aceptación de su gama, con el fin de tomar
medidas de cara a la mejor viabilidad comercial de sus productos.
Sin embargo, y según mi experiencia, puedo decir
que la decisión de abandonar un determinado producto es una tarea difícil y
complicada. Hay casos en los que se ha estado mucho tiempo ligado a un producto
determinado. En otros, ese producto es el verdadero artífice de la
consolidación como empresa. Ya lo dice Kotler «... se dedicarán a inventar
procedimientos para disimular su debilidad, redoblarán sus esfuerzos los
vendedores y el producto llegará a los almacenes de los comerciantes, aunque el
cliente no sienta un gran atractivo por él. Para evitar su desaparición, el
área comercial le apoyará, incluso, con el presupuesto de gastos para tratar de
aumentar las ventas artificialmente». Pero esta situación no podrá mantenerse
por mucho tiempo y al final el producto acabará cayendo.
Toda empresa con visión de futuro debe plantearse
la obligación de realizar un análisis periódico y sistemático de su cartera de
productos independientemente del BCG, ya tratado en el capítulo 2; con ello no
estamos diciendo que todo aquel producto que no sea rentable deba desaparecer
del mercado, pues existen una serie de intangibles, como es la imagen de
empresa o de marca, que aconsejan que un determinado producto permanezca en el
catálogo. Generalmente, se piensa en el abandono cuando no es rentable, pero no
siempre es recomendable hacerlo de inmediato, ya que pueden existir una serie
de causas internas en la propia empresa que sean las que motiven la no
viabilidad económica del mismo. Por tanto, antes de realizarlo conviene
chequear las siguientes circunstancias:
·
Mejora del diseño. Una premisa
comercial que parece incuestionable es que el diseño del producto siempre es
mejorable, aunque suele modificarse a petición o sugerencia directa o indirecta
del usuario.
·
Obsolescencia en los métodos de
fabricación. La falta de rentabilidad de muchos productos aquí en España es
consecuencia de los bajos niveles de competitividad en los sistemas de
fabricación existentes, por lo que la solución para obtener costes competitivos
será renovar los sistemas de fabricación antes que abandonar el producto o
vender la empresa a una multinacional, como así está sucediendo.
·
Seguridad. Hay productos que no ofrecen
plena seguridad a los usuarios y llevan a la compañía a incurrir en elevadas
pérdidas por indemnizaciones o en un desprestigio comercial y tecnológico, con
lo que su modificación es irrenunciable.
·
Profesionalizar la gestión. Otras
causas que contribuyen a la escasa rentabilidad de un producto son una mala
gestión de ventas, mala distribución o escasa labor de marketing, por lo que
habría que potenciar la actividad mediante la formación y/o incorporación de
personal más cualificado.
·
Colaboración de terceros. En
determinados casos hemos visto cómo empresas que tenían un buen equipo
comercial, un buen producto y un buen mercado, pero un mal proceso de
fabricación, decidían abandonar el producto por no ser rentable, en lugar de
encargar a un tercero la producción y centrarse en sus puntos fuertes,
tendencia muy acentuada en las empresas multinacionales.
En cualquier caso, una vez realizado ese análisis
exhaustivo, que nos ha dado como respuesta la conveniencia de dejar el
producto, deberemos considerar una serie de acciones antes de su abandono
total:
·
Colaboradores implicados, que deberán
ser reestructurados dentro de la compañía o cesados.
·
Determinar el tiempo de garantías en el
servicio.
·
Artículos que deben mantenerse en
almacenes para posteriores arreglos y mantenimiento.
·
Existencias de materias primas.
·
Cuándo y cómo han de ser informados los
clientes.
·
Posible utilidad de la maquinaria e
instalaciones que nos sirvió para la realización del producto.
Indudablemente, podríamos contemplar más acciones
si supiéramos de qué producto se trata; lo común a todos e imprescindible
realizar una vez se tenga decidido el abandono es fijar la fecha límite de
ejecución, así como los responsables concretos que la llevarán a cabo, y que
seguirán de forma rigurosa el programa marcado al efecto.
13. Product Manager
También denominado jefe de producto, es el
responsable de marketing de una determinada gama de producto, dependiendo
directamente del director de marketing. Esta figura se da cuando la compañía
tiene en principio un gran volumen de facturación o mercados diferentes.
L'Oreal se dirige al sector perfumería, farmacia, gran consumo y peluquería.
Además las modificaciones y las nuevas tendencias del mercado obligan a la
empresa a realizar un seguimiento exhaustivo porque nos vamos a encontrar con:
·
Mayor demanda de productos naturales y
ecológicos.
·
Incorporación de nuevos nichos de
mercado, consumidores individuales, tercera edad.
·
Mayor demanda de productos mejorados.
·
Protagonismo de la marca.
·
Mayor crecimiento del consumo fuera del
hogar.
·
Internet ha obligado a crear
especialistas en la red: web master.
·
Etcétera.
Por tanto, las funciones que realizará el product
manager sobre el análisis, planificación y desarrollo de nuevos
productos, vendrán marcadas en las siguientes etapas:
·
Creación y clasificación de nuevas
ideas. Algunos autores indican que la cifra de una idea es factible después de
haber desechado entre 50 y 70, la realidad me ha demostrado que después de un
análisis y observación exhaustiva de un determinado sector, se obtienen varias
ideas, aunque no todas sean viables en principio.
·
Desarrollo del proyecto. Partiendo del
informe que genera la viabilidad del proyecto, hay que vincular a los
diferentes departamentos de la empresa en el desarrollo práctico del nuevo
producto: fabricación, financiero, comercial, etc.
·
Producto piloto. Una vez que el
producto se ha desarrollado en base a la idea original, enriquecido con nuevas
aportaciones que se hayan venido dando, se deberá «testear» en el mercado antes
de su lanzamiento final, ya que esta prueba nos definirá el modelo definitivo.
·
Lanzamiento. Arropado con las
estrategias de marketing que se hayan previsto más adecuadas, el producto se
posicionará en el mercado de la forma más rentable a la empresa.
14. La marca
Es una de las variables estratégicas más
importantes de una empresa ya que día a día adquiere un mayor protagonismo. No
hay que olvidar que vivimos actualmente una etapa bajo el prisma del marketing
de percepciones y por tanto resalta la marca frente al producto. Para estar
bien posicionados en la mente del consumidor y en los líderes de opinión, la
marca de nuestra compañía debe disfrutar del mayor y mejor reconocimiento en su
mercado y sector.
Según la Asociación Americana de
Marketing, marca es un nombre, un término, una señal, un símbolo, un
diseño, o una combinación de alguno de ellos que identifica productos y
servicios de una empresa y los diferencia de los competidores. Pero, la marca
no es un mero nombre y un símbolo, ya que, como comentaba anteriormente, se ha
convertido en una herramienta estratégica dentro del entorno económico actual.
Esto se debe, en gran medida, a que se ha pasado de comercializar productos a
vender sensaciones y soluciones, lo que pasa inevitablemente por vender no sólo
los atributos finales del producto, sino los intangibles y emocionales del
mismo.
Cada vez los productos se parecen más entre sí y es
más difícil para los consumidores distinguir sus atributos. La marca es, además
del principal identificador del producto, un aval que lo garantiza situándolo
en un plano superior, al construir una verdadera identidad y relación emocional
con los consumidores. Podríamos decir que la marca se forma por la unión de dos
factores:
14.1. La identidad corporativa y la imagen
corporativa
La diferencia entre una y otra es que la primera se
sitúa en el plano del emisor y la segunda en el del receptor. El diseño de la
identidad corporativa queda recogido en un manual tras un proceso meditado de
análisis, desarrollo y estudio del conjunto de valores y creencias que
conforman la personalidad de la empresa. Todo ello plasmado en un logo-símbolo,
es decir, en una tipografía determinada (logotipo) y en la imagen o recursos
gráficos que la acompañan (anagrama).
Para la elaboración del manual de identidad
corporativa conviene plantearse:
·
¿Qué se quiere transmitir? Lo primero,
hay que determinar cuáles son los valores con los que se desea que se
identifique a la empresa. Para ello, hay que analizar factores como el sector
en el que actúa, la competencia, los puntos fuertes que valoran los clientes,
etc.
·
¿Cómo se va a transmitir? Esto implica
elegir el nombre y los símbolos que acompañarán a la marca. Teniendo en cuenta
que ésta representará a la empresa a lo largo de su vida, su atractivo deberá
perdurar a lo largo del tiempo.
El logotipo o nombre es quizá lo más importante
porque, al final, es por lo que la empresa va a ser reconocida y diferenciada.
Éste debe ser breve, sencillo, fácil de pronunciar y con buena sonoridad.
Además, tiene que aportar grandes dosis de asociación y evocación.
Por lo que se refiere a la imagen de marca, es el
valor que percibe el mercado de ella y se forma como resultado acumulativo de
todos los mensajes que emite la empresa. Para conseguir un buen posicionamiento
y una imagen positiva es fundamental que todos los mensajes emitidos a través
de la empresa y sus productos estén controlados, sean coherentes entre sí, y
comuniquen una idea de empresa previamente formulada en función de sus
objetivos estratégicos.
De una correcta gestión de ambos elementos depende
en gran medida conseguir la notoriedad y la diferenciación que se pretende. Es
decir, evitar que seamos uno más, y situarnos dentro de las marcas reconocidas
y preferidas por el consumidor. Actualmente Coca-Cola es, según el informe Interbrand,
la marca más reconocida y valorada en el mercado con un valor superior a los
68.000 millones de dólares, la marca española Zara es, en principio, la única
de nuestro país que se encuentra dentro del ranking de las 100
primeras.
Para construir una marca poderosa, no sólo hay que
tener un buen producto y capacidad creativa, sino que habrá que:
·
Crear un nombre fácil de memorizar,
aunque a veces la realidad nos demuestre lo contrario.
·
Alcanzar un alto nivel de identidad
visual.
·
Emitir emociones y sensaciones que
simbolicen lo que el mercado espera de la marca.
·
Tener adaptabilidad a todos los
elementos de la empresa y diferentes mercados.
·
Destacar una sola idea del producto o
la empresa en todas las áreas de comunicación.
·
No desarrollar una campaña publicitaria
complicada que dificulte al consumidor memorizar la marca.
·
Organizar un sistema comercial eficaz y
un efectivo departamento de atención al cliente.
·
Alcanzar buen posicionamiento en la
red.
Ventajas de crear una marca fuerte y consolidada:
·
Diferenciación frente a la competencia.
·
Los costes de marketing se reducen
puesto que la marca ya es conocida.
·
Mayor facilidad en la venta de los
productos a la distribución porque los consumidores esperan encontrar esa
marca.
·
Permite subir los precios por encima de
la competencia porque los consumidores perciben la marca de mayor calidad.
·
La empresa puede crecer más fácilmente
porque el nombre de la marca encierra gran credibilidad.
·
La marca ofrece una defensa frente a la
competencia de precios.
14.2. Claves para conseguir el éxito sostenido de
la marca
·
Aportación de valores acordes a las
expectativas del consumidor.Tradicionalmente la calidad del producto se
asociaba a los procesos técnicos, a la ingeniería o a las mejores materias
primas. Sin embargo, hoy, las expectativas de los consumidores van mucho más
allá de la calidad del producto. El diseño, por ejemplo, se ha convertido en
algo fundamental, no sólo desde el punto de vista funcional, sino por su valor
estético y original.
·
Seguir siendo relevante para cada
audiencia en cada momento. Las compañías deben continuar trabajando
en la segmentación de sus productos y marcas. Ofrecer uno solo, dirigido a
un target muy amplio, u orientarse a distintos públicos de la
misma manera, son cosas obsoletas. Crece el número de compañías con una amplia
variedad de productos y que trabaja en su segmentación para que la oferta sea
customizable, más a medida.
·
Maximizar la percepción del valor. El
precio captura la percepción del valor. Por defecto, entre dos marcas aparentemente
iguales, una reacción frecuente en el mercado es pensar que la de mayor precio
es mejor, justificando de alguna manera la diferencia del importe. Pero existen
otras formas para que el cliente perciba un producto mejor que el de la
competencia.
·
Insistir en diferenciarse: ser únicos y
creíbles. Un posicionamiento estratégico y creativo es fundamental para el
éxito de la marca. Además, se debe estar siempre alerta para lograr que ese
posicionamiento se consolide. Un caso muy ocurrente ha sido el lanzamiento de
agua de sabores de Font Vella Sensación, un producto que ha brindado a Font
Vella otra dimensión para diferenciarse, e incluso para arraigar la marca.
Supone el cumplimiento con el consumidor: promesa hecha, promesa cumplida. En
una sociedad repleta de publicidades engañosas, el valor de la honestidad es
realmente apreciado y agradecido por el consumidor.
·
Equilibrar el binomio
consistencia/flexibilidad. Trabajar supone ser consciente pero flexible al
mismo tiempo. En un momento de cambios y avalancha de nuevas ofertas
permanentes, es imprescindible mostrar la consistencia de la marca. Por
supuesto, hay que estar al día con las tendencias, pero sin dejar de ser fiel a
uno mismo.
·
Optimización de la arquitectura de
marca. Las compañías revisan constantemente su arquitectura de marca. Supone
una forma de optimizar las marcas que pertenecen a una misma compañía o de
asegurarse de que existen sinergias entre marcas distintas vinculadas por
fusión, adquisición, creación o división. Las sinergias entre marcas o
productos pueden disminuir considerablemente los costes y ayudar a lanzar un
mensaje común al consumidor. Desde la perspectiva de utilización de elementos
en común para la fabricación, distribución, venta, promoción e incluso
publicidad, también puede suponer un ahorro de costes.
·
La estrategia de la marca debe ser
entendida y asumida por los empleados. Cada integrante de la empresa representa
a la marca, y ésta tiene que ser el eje central de la organización, su
principio. De ahí se deriva la intensa vinculación que debe existir entre los
valores de la marca y los miembros de la empresa, que tienen que sentirse
partícipes e implicados. Para esto, es fundamental un plan de comunicación
interno constante, informativo y bidireccional, capaz de recibir ideas y
propuestas.
·
Gestionar las marcas como valor seguro
a largo plazo. La gestión de la marca a largo plazo implica analizar los
direccionadores de valor y medirlos, supone estar siempre al día sobre las
nuevas tecnologías, mercados, formas y tendencias; consiste en medir y manejar.
·
Integrar al consumidor en el desarrollo
de las marcas. Preguntar al consumidor sobre sus necesidades es otra de las
tendencias del marketing actual. La integración del consumidor adquiere cada
vez un papel más importante. Las necesidades cambian y también las preferencias
de la gente. Por eso, los empleados de Zara prestan tanta atención a qué valora
o echa en falta su público al ver y probarse su ropa. Consideran esa
información muy valiosa y la utilizan para diseñar productos acordes con las
necesidades del consumidor.
·
Apoyar inquietudes sociales compatibles
con la marca le añade valor. Las compañías deben ser más inteligentes a la hora
de responder a los valores éticos: convertirse en mecenas de inquietudes
sociales es, sin duda, un valor añadido y una categoría para la marca.
14.3. La marca del distribuidor
Este fenómeno del consumo y del distribuidor inició
su andadura en los años 80 con la denominación de marca blanca, pero es
actualmente cuando ha adquirido un gran protagonismo, acentuado por el fenómeno
de Mercadona y sus marcas Hacendado y Delyplus. La evolución positiva de las
marcas de distribución es una de las claves de la competencia vertical entre
fabricantes y grandes superficies, ya que comercializado el producto con el
nombre del establecimiento, ofrece por lo general una relación calidad-precio
altamente competitiva.
Las estrategias de LOW COST SUELEN APORTAR
SERVICIO Y CALIDAD MEDIOCRE
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